Venciendo la tentacion

Así como la aguja de la brújula se ve afectada por la atracción magnética, el cristiano se siente atraído por el pecado.

Esto lo vemos ilustrado en el deseo de Israel de volver a las “cebollas y los ajos” de Egipto (Números 11.5) y Dimas, el joven que cita el Apóstol, diciendo que “amando este mundo se ha ido…” (2 Timoteo 4.10).

Pablo describe al cristiano como un ser compuesto de dos naturalezas: la vieja y la nueva, que compiten constantemente entre sí para obtener la supremacía. El cristiano debe entender esto y aprender a enfrentarse a esta “atracción magnética” de su propia naturaleza pecaminosa y los engaños de Satanás.

Hay un párrafo que escribió Billy Graham que pone esto en perspectiva: “Dios nunca prometió alejar la tentación de nosotros, porque incluso Cristo se sometió a ella… Existe una sensación de triunfo y confianza que se deriva de la victoria sobre la tentación, que no podemos obtener de ninguna otra manera. La tentación nos revela la verdadera naturaleza humana. No hace que los cristianos sean incrédulos, sino que el triunfar sobre ella fortalece al cristiano y le hace descubrir nuevas fuentes de poder…en el momento de la tentación, Cristo se hace más real que nunca para el creyente”.

Varias cosas que debemos recordar sobre la tentación

1. La tentación es común a todos los cristianos. “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana” (1 Corintios 3.13). Muchos otros se han enfrentado a los mismos problemas antes que nosotros.

2. La tentación proviene del diablo (véase la tentación de Jesús en Mateo 4.1-11).

3. La tentación por sí sola no es pecado; pero lo es el sucumbir a ella.

Billy Graham dijo: “El pecado se produce cuando utilizamos la tentación para ceder a ella. Ninguno de nosotros debe colocarse deliberadamente en una posición en la que pueda ser tentado. Satanás siempre atacará nuestros puntos más vulnerables. “Sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces, la concupiscencia después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz muerte” (Santiago 1.14-15). Cuando un pensamiento entra en nuestra mente, lo acariciamos, germina y crece hasta convertirse en un acto de maldad”.

4. Dios no nos empuja a la tentación en el sentido de que nos tiene deliberada e individualmente. “Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal ni él tienta a nadie” (Santiago 1.13).
No obstante, Dios permite que seamos tentados (véase Job 1.6-12) para que aprendamos a enfrentarnos a la tentación, a vencerla y salir fortalecidos. “Os he escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes, y la palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al maligno” (1 Juan 2.14). Asimismo, el cristiano recibe bendición en la victoria (véase Santiago 1.12).

5. Ninguna tentación es irresistible: “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar” (1 Corintios 10.13).

6. Cualquier tentación que estemos experimentando, Jesús la padeció antes que nosotros. El “fue tentado en todo según nuestra semejanza; pero sin pecado” (Hebreos 4.15).

Estrategia de asesoramiento

1. Pregúntenle a la persona si es cristiana, si ha recibido ya a Jesucristo como Salvador y Señor. Nadie es lo suficientemente fuerte como para vencer por sí solo la tentación, no importa lo elevado que sean sus ideales o causas.

2. Compartan con la persona maneras de cómo enfrentarse y vencer la tentación.

a. Debemos resistir al tentador: “Resistid al diablo y huirá de vosotros (Santiago 4.7).
b. Debemos someternos a Dios: “Someteos, pues, a Dios” (Santiago 4.7). Para lograr esto debemos:
1. Consagrarnos diariamente a Dios según se establece e Romanos 12.1, y hacer una confesión diaria de nuestros pecados para no permitir que nos abrumen (Salmo 51.10).
2. Someter nuestras mentes al control de Dios. “Transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento” (Romanos 12.2). “Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra”. (Colosenses 3.2).

3. Orar sin cesar.
“Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Hebreos 4.16).

“Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el espíritu” (Efesios 6.18).

4. Leer, memorizar y estudiar la palabra de Dios.

D.L Moddy solía decir: “El pecado lo mantendrá alejado de este libro (la Biblia) o bien, este libro lo mantendrá alejado del pecado”.

“La palabra de Dios es viva y eficaz…y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón”. (Hebreos 4.12).

5. Asociarnos con la clase de amigos adecuados, es decir, la gente del Señor.

“No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres” (1 Corintios 15.33).

“Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras, no dejando de reunirnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca” (Hebreos 10.24-25).

6. Vestirnos de toda la armadura de Dios (véase Efesios 6.13-18).
7. Depender del Espíritu Santo

“¿Cuánto más vuestro Padre Celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden?” (Lucas 11.13).

“Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador para que esté con vosotros para siempre” (Juan 14.16).

“Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda verdad…” (Juan 16.13).



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