El gozo que provoca ser hijo de Dios nos hace creer que no debemos sufrir depresiones, incluso culpar a quienes la padecen. Pero al estar insertos en un mundo donde el 10 al 20 por ciento de la población tiene esta enfermedad y en una época "postmoderna" que nos aisla cada día más, lamentablemente somos también víctimas de este mal.
Esta realidad es más frecuente entre nosotros y que incluso existen personas que ignoran tener o haber tenido una depresión.
La depresión es un trastorno del ánimo que nos impide disfrutar, que nos lleva a tener un estado de ánimo triste y la persona no se siente motivada. Se cree que las causas que la producen pueden ser exógenas o endógenas a la vez (externas o internas), pues hay personas que están bajo distintas circunstancias o que son más proclives que otras
Además, hay depresiones que son "esperables" ante eventos como la muerte de un ser querido, un desastre natural o problemas familiares. No obstante, todo depende de la persona, pues algunas son menos propensas.
Los síntomas de esta enfermedad son:
- Ausencia de capacidad de disfrutar, bajo estado de ánimo .
- Cansancio, falta de energía.
- Falta de concentración.
- Trastornos alimenticios (come demasiado o muy poco).
- Trastornos del sueño (duerme demasiado o muy poco).
- Sentimientos de culpabilidad, desamparo, desesperanza y ansiedad.
- Facilidad para llorar por cualquier motivo.
- Pensamientos de que la vida no tiene sentido.
- Pensamientos de muerte (en casos más severos se llega al intento de suicidio).
Si usted sufre de más de cinco de estos síntomas por más de dos semanas, puede estar sufriendo una depresión. O tal vez sufre sólo estados depresivos si tiene menos de cinco síntomas por periodos menores al indicado.
Es muy común que la persona deprimida no pida ayuda porque cree que su problema no tiene solución. Pero se debe luchar contra esa tendencia, no hay que aislarse y ¡se debe hablar!. Esta patología no se sufre voluntariamente, así es que no se sienta culpable".
Pero lo que a nosotros como cristianos nos hace cuestionar que algún hermano o uno mismo sufra de este flagelo, según estudios, "es falta de información. No es pecado padecer de una depresión y no significa que uno esté mal con Dios".
Tenemos un ejemplo en la biblia que nos muestra la depresion, Elias se fue a encerrar a una cueva arrancandose de una mujer, queriendo incluso morirse, pero el Señor lo levantó en ese momento.
El desenlace de la depresión puede ser muy positivo. En ocasiones no necesita tratamiento médico, por eso debe tener momentos de ocio, no se aleje de su congregación, pida ayuda a alguien de confianza y, si es necesario, a un profesional. Pero sobre todo, como cristianos, tenemos la garantía de que tenemos a un Dios todopoderoso que manifiesta su poder en los peores momentos.
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